miércoles, 13 de mayo de 2015

En nuestro interior conviven sentimientos amorosos con sentimientos hostiles


Ha llegado el momento de encontrar nuestro “poder esencial”
y terminar con la polarización inherente a la dualidad.
Kishori Aird
En nuestro interior conviven sentimientos amorosos con sentimientos hostiles, así es como a veces vivimos momentos de paz y otros más movilizadores. Cuando un polo predomina demasiado sobre otro, se generan conflictos interiores que se traducen, luego, en nuestros vínculos con otro/s y con la realidad misma. Es lo que algunos autores llaman vivir en la “dualidad”, y si observamos, lo que predomina en nuestra sociedad actual.
En algunas personas predominan los sentimientos de amor, y en otros, la gran mayoría,  sentimientos de miedo. Actualmente, como humanidad, estamos transitando un momento evolutivo donde necesitamos integrar estos dos polos, darle un lugar a cada uno de ellos, permitir que se comuniquen y se equilibren entre sí, sin que alguno de ellos predomine sobre el otro. Este es nuestro desafío actual: integrar los polos para poder trascenderlos.
La naturópata candiense Kishori Aird autora del libro “El ADN sin misterio”, a la coexistencia de las polaridades opuestas llama “Punto Cero”: “El Punto Cero es una experiencia en la que elegimos acoger simultáneamente los aspectos negativos y positivos de nuestras experiencias”.
Según las vivencias que experimentamos, suelen emerger sentimientos de amor o sentimientos de miedo. Cuando predominan los sentimientos de miedo se produce un desequilibrio en nuestro interior: esto es estar “polarizado”, esto es vivir en la “dualidad”.
Ahora bien, ¿cómo puede darme cuenta cuando estoy viviendo en la dualidad? Pues tus sentimientos e inquietud interior te lo demuestran. También podemos observar ciertas conductas que fuimos aprendiendo en nuestro camino de vida, y hoy necesitan ser transformadas para poder trascender esa “polarización” que afecta nuestra salud integral,  obstaculiza nuestros vínculos y de allí, nuestra auténtica felicidad.
Por ejemplo, si estoy viviendo una experiencia que me provoca miedo o vergüenza, y me quedo paralizado/a en ese polo, estaría viviendo desde la dualidad. Pero si busco en mi interior conectarme con sentimientos de confianza en mí mismo/a, incluso sintiendo ese miedo o vergüenza, puedo seguir evolucionando más allá de las polaridades positiva y negativa; y vivir en el estado de amor del “Punto Cero”.
La autora Kishori Aird lo expresa de esta manera: “El estado de amor se sitúa más allá de las polaridades positiva y negativa. En este estado, el bien y el mal, la luz y la sombra, lo bueno y lo malo y cualquier otra manifestación de la dualidad coexisten en un punto de equilibrio llamado Punto Cero. El Punto cero no es un estado neutro. El Punto Cero no es estático, es multidimensional, está en continuo movimiento y se mantiene en un espacio que cambia continuamente. Si el Punto cero está constantemente en movimiento, es que la fuerza positiva de la luz y la fuerza negativa de la sombra cohabitan en él sin anularse, a pesar de sus polaridades opuestas. Equilibrando las dos polaridades en nosotros, elegimos vivir en la compasión y en el amor”.
Es decir, integrando en nuestro interior las vivencias negativas y las positivas, podemos trascender el desequilibrio y comenzar a crear una vida equilibrada y armónica. Para lo cual se requiere una actitud de “aceptación de lo que es”[1] en cada momento, aún cuando nos genera sentimientos encontrados. Por ejemplo, puedo estar en un negocio y la espera se hace demasiado larga, lo cual me provoca cierto enojo o inquietud en mi interior, entonces puedo elegir aceptar esta inquietud en mí y hacer que coexista con la serenidad: “Elijo poner esta experiencia en el Punto cero aunque me irrite”.
Lo importante es incluir todas nuestras emociones, dándole un lugar a cada una sentiremos que una nueva energía circula y vibra en nuestro interior. Experimentaremos un sentimiento de poder y resolveremos nuestros conflictos más  rápidamente, ya que aprendemos de ellos en lugar de evitarlos.
Vale aclarar que esta actitud no significa “abandonarse”, sino lo contrario: se trata de mantener dos polaridades diferentes, permitiendo que coexistan nuestras debilidades conjuntamente con nuestras fortalezas. Entonces,  en lugar de negar, reprimir o expresar impulsivamente nuestros sentimientos, los reconocemos, acogemos, y apelamos a su contrario; así, crecemos y evolucionamos en lugar de perjudicarnos viviendo en la polaridad.
Cuanto más elijamos vivir desde esta nueva actitud integradora, la tensión interior se disuelve y una energía renovada fluye en nuestro interior, experimentando más serenidad, plenitud y amor.

“Si llegamos a integrar las cargas positiva y negativa de nuestras vivencias, crearemos inevitablmente una vida equilibrada y armónica. Creo que estamos preparados, a partir de ahora, para integrar las polaridades y crear una nueva realidad basada en el estado de amor en el Punto Cero porque ya hemos experimentado muchas veces el desequilibrio entre ellas”. 
Kishori Aird
“…hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo”
Mt 6, 10

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