Permitirnos
sentir lo que siento, ayuda al equilibrio emocional
En
nuestra sociedad no está muy validada la tristeza, parecería que uno siempre
tiene que estar alegre y feliz como símbolo de éxito; pero esto sí que está
lejos de ser real, pues a menudo nos entristecemos y lloramos. Y quien ha
elegido vivir desde la verdad de su corazón, sin caretas, se permite transitar
la tristeza, sabiendo que esto también pasará, y que un mensaje nos viene a regalar.
A veces se trata de algo que hay que soltar, un pensamiento, una creencia, un
hábito, o una relación.
Permitirnos
sentir tristeza y llorar es un signo de inteligencia emocional. Nos ayuda a
mantener un equilibrio emocional, pues al fluir las lágrimas, fluye también la energía de
esa emoción; en vez de quedar retenida y abarrotada en nuestro cuerpo, como
sucede si reprimimos lo que sentimos, porque nos avergonzamos de ello.
Algunos
creen que si se permiten sentir tristeza y llorar, esto les hará peor. Pero lo
que hace daño a nuestra salud integral, es reprimir la verdad de aquello que estoy
sintiendo en este aquí y ahora. Así como nos permitimos sonreír cuando estamos
alegres y felices, podemos elegir ser coherentes con nosotros mismos y
permitirnos llorar cuando estamos tristes. Obviamente, eligiendo el momento y
lugar adecuados para ello, un lugar íntimo y seguro donde podamos encontrarnos
con nosotros mismos y expresarnos.
Conectar
con el corazón implica conectar con nuestras emociones y permitirnos
transitarlas, expresarlas, con coraje. Mantener la mente fría y reprimir las
emociones tiene un gran costo para nuestra salud integral. Permitir que drenen las
lágrimas, no solo nos alivia y limpia nuestra alma, sino también, nos abre a la
posibilidad de ver algo diferente, nuevo, de la situación que nos congoja. Cuando
terminamos de llorar, sentimos la mente más despejada, y así, es posible
observar desde otro lugar.
Así
como la risa es beneficiosa, el llanto también lo es, es terapéutico, pues alivia
el dolor, nos calma, relaja, nos mantiene en equilibrio, permite fluir la energía
en nuestro interior, y luego nos sentimos mejor, más relajados y renovados.
Quien
se permita transitar la tristeza y las lágrimas, no se somete a las
expectativas sociales que no validan estos sentimientos; se permiten ser lo que
son, elijen la libertad del ser; la autonomía, el vivir desde la verdad que hay
en su corazón. Permitiéndonos transitar las emociones, mantenemos equilibrio
emocional y salud integral; y lejos de ser un signo de debilidad, es signo de
inteligencia emocional e integridad interior.
Las lágrimas nos conectan con la profundidad de
nuestro interior. Aceptar la tristeza de un otro significativo para nosotros
(pareja, hijos, amigo, etc) sin huir de ella, sino acompañando el proceso,
apoyando, es vincularse de corazón a corazón, a sabiendas que detrás de todo
está Dios y desde ahí pueden llegar las comprensiones necesarias para continuar
nuestro camino más crecidos y maduros.
Por
tanto, el llanto y la tristeza no se deben percibir como un signo de debilidad,
sino como una señal de fortaleza interna y de inteligencia emocional. No
lloramos porque seamos débiles o incapaces, sino porque estamos vivos, no nos
avergonzamos de expresar lo que sentimos y elegimos vivir desde la verdad de lo
que hay en nuestro corazón.
Ejercicios Liberadores: