martes, 15 de septiembre de 2015

A menudo nos entristecemos y lloramos

Permitirnos sentir lo que siento, ayuda al equilibrio emocional
En nuestra sociedad no está muy validada la tristeza, parecería que uno siempre tiene que estar alegre y feliz como símbolo de éxito; pero esto sí que está lejos de ser real, pues a menudo nos entristecemos y lloramos. Y quien ha elegido vivir desde la verdad de su corazón, sin caretas, se permite transitar la tristeza, sabiendo que esto también pasará, y que un mensaje nos viene a regalar. A veces se trata de algo que hay que soltar, un pensamiento, una creencia, un hábito, o una relación.
Permitirnos sentir tristeza y llorar es un signo de inteligencia emocional. Nos ayuda a mantener un equilibrio emocional, pues al  fluir las lágrimas, fluye también la energía de esa emoción; en vez de quedar retenida y abarrotada en nuestro cuerpo, como sucede si reprimimos lo que sentimos, porque nos avergonzamos de ello.
Algunos creen que si se permiten sentir tristeza y llorar, esto les hará peor. Pero lo que hace daño a nuestra salud integral, es reprimir la verdad de aquello que estoy sintiendo en este aquí y ahora. Así como nos permitimos sonreír cuando estamos alegres y felices, podemos elegir ser coherentes con nosotros mismos y permitirnos llorar cuando estamos tristes. Obviamente, eligiendo el momento y lugar adecuados para ello, un lugar íntimo y seguro donde podamos encontrarnos con nosotros mismos y expresarnos.
Conectar con el corazón implica conectar con nuestras emociones y permitirnos transitarlas, expresarlas, con coraje. Mantener la mente fría y reprimir las emociones tiene un gran costo para nuestra salud integral. Permitir que drenen las lágrimas, no solo nos alivia y limpia nuestra alma, sino también, nos abre a la posibilidad de ver algo diferente, nuevo, de la situación que nos congoja. Cuando terminamos de llorar, sentimos la mente más despejada, y así, es posible observar desde otro lugar.
Así como la risa es beneficiosa, el llanto también lo es, es terapéutico, pues alivia el dolor, nos calma, relaja, nos mantiene en equilibrio, permite fluir la energía en nuestro interior, y luego nos sentimos mejor, más relajados y renovados.
Quien se permita transitar la tristeza y las lágrimas, no se somete a las expectativas sociales que no validan estos sentimientos; se permiten ser lo que son, elijen la libertad del ser; la autonomía, el vivir desde la verdad que hay en su corazón. Permitiéndonos transitar las emociones, mantenemos equilibrio emocional y salud integral; y lejos de ser un signo de debilidad, es signo de inteligencia emocional e integridad interior.
Las lágrimas nos conectan con la profundidad de nuestro interior. Aceptar la tristeza de un otro significativo para nosotros (pareja, hijos, amigo, etc) sin huir de ella, sino acompañando el proceso, apoyando, es vincularse de corazón a corazón, a sabiendas que detrás de todo está Dios y desde ahí pueden llegar las comprensiones necesarias para continuar nuestro camino más crecidos y maduros.
Por tanto, el llanto y la tristeza no se deben percibir como un signo de debilidad, sino como una señal de fortaleza interna y de inteligencia emocional. No lloramos porque seamos débiles o incapaces, sino porque estamos vivos, no nos avergonzamos de expresar lo que sentimos y elegimos vivir desde la verdad de lo que hay en nuestro corazón.

Ejercicios Liberadores:


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